domingo, 15 de julio de 2012

La última gilipollez. Rajoy: “HAY QUE HACER LO QUE HAY QUE HACER”


Que todo el mundo acepte   gilipolleces como verdades apodícticas es un síntoma preocupante en cualquier sociedad. Que los medios de comunicación las difundan de manera casi unánime es un problema serio. Pero lo que realmente es catastrófico es que la sociedad  las interiorice.

La última gilipollez: Rajoy proclama solemnemente que “HAY QUE HACER LO QUE HAY QUE HACER”. Como lo hace tan enfáticamente y en lugar tan exclusivo e inhabitual y después no hay rueda de prensa, nadie  le puede hacer la pregunta del siglo. “ Señor Rajoy, ¿Cuándo no se ha hecho lo que se tenía que hacer?  Yo me levanto porque me tengo que levantar, me lavo porque me tengo que lavar, voy al wáter por que tengo que ir ….. ¿y Vd.?  Y con toda solemnidad  Rajoy  contestaría  con una perífrasis para terminar afirmando que “cuando hay que hacer lo que hay que hacer se hace”. Nadie se lo puede negar.

Si esta expresión  la oyéramos en boca de un padre dirigiéndose severamente a su hijo, que traducida a lenguaje coloquial diría: “Aquí se hace lo que yo mando, porque yo lo mando”.( En el caso del presidente tendría que cambiar la frase mínimamente y decir “ Aquí se hace lo que yo mando porque me lo mandan”).

Hoy nadie duda que esta forma de dirigir los asuntos familiares es una manera desafortunada de comportarse. No hay hijo o hija que, por muy apocado que sea, reaccione positivamente ante semejante trato, así que  estas maneras  paternas resultarían contraproducentes, y si la cosa va a mayores, el padre podía verse en un problema por trato vejatorio a su retoño.

¡Eso no sucedía cuando yo era joven, esos eran otros tiempos! Lo que pasa es que eran tiempos de dictadura, de palo y tente tieso. Entonces no había que dar explicaciones ni zarandajas, se gobernaba a base de decreto ley. O sea como ahora. 

Creo que a estas alturas todos sabemos que Rajoy es un mandado y por tanto no hay que identificarle con ningún otro gallego. Aunque por las formas que mostro en su comparecencia ante  la cámara, no parece sentirse incómodo ante esta situación. Menos los de su vacada que se alegraban  y hasta lo verbalizaban : ¡”Que se Jodan”!  Nada de presentar las medidas entre lágrimas, como la ministra de trabajo italiana lo hizo. Lo que hay que hacer hay que hacerlo con aplausos y regocijo, sobre todo si esto hace un poco más felices a sus jefes: los banquros alemanes y a su canciller.

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