miércoles, 29 de mayo de 2013

El Papa Francisco y la crisis

Si habéis leído las dos últimas entradas puede que tendáis a pensar que la postura del Cardenal de  Madrid sobre la crisis que expresa en un lenguaje errático es lo que piensan todos los Obispos. Tendemos a generalizar.

Un discurso del actual papa a unos embajadores que presentaban sus cartas credenciales el 16 de Mayo pone de manifiesto que hay obispos que con la libertad que les da su fe, si  hacen análisis de la crisis y la juzgan a la luz del evangelio y se ponen a favor de los pobres y recriminan a los poderosos, o sea ejercen su oficio profético o lo que sea. Sencillamente cumplen con su obligación. He copiado desde esta página:  Discurso del Papa Francisco a un grupo de embajadores. No es un discurso aislado podéis leer también El Papa contra la visión economicista de la sociedad

Acaso sea demasiado, viendo desde donde venimos- Esto se queda para Francisco II

Señores embajadores:

Me alegra recibirlos con ocasión de la presentación de sus Cartas credenciales como Embajadores extraordinarios y plenipotenciarios de sus respectivos países antela Santa Sede: Kirguistán, Antigua y Barbuda, el Gran Ducado de Luxemburgo y Botswana. Las amables palabras que me han dirigido, y que agradezco profundamente, manifiestan los deseos de los Jefes de Estado de sus respectivos países de que las relaciones de estima y de cooperación con la Santa Sede se desarrollen. Les agradeceré que les hagan llegar mis sentimientos de gratitud y respeto, asegurándoles mis oraciones por sus personas y por sus conciudadanos.
Señores Embajadores, la humanidad está viviendo en este momento un giro histórico que podemos ver en los adelantos que se producen en diversos campos. Son de alabar los avances que contribuyen al auténtico bienestar de la humanidad, como, por ejemplo, en el ámbito de la salud, de la educación y de la comunicación. Sin embargo, no podemos olvidar que la mayoría de los hombres y mujeres de nuestro tiempo siguen viviendo precariamente el día a día, con consecuencias funestas. Algunas patologías van en aumento, con sus secuelas psicológicas; el miedo y la desesperación se apoderan del corazón de numerosas personas, incluso en los así llamados países ricos; la alegría de vivir se va apagando; la falta de respeto y la violencia aumentan; la pobreza es cada vez más patente. Hay que luchar para vivir, y a menudo, para vivir sin dignidad. Una de las causas de esta situación, en mi opinión, se encuentra en la relación que hemos establecido con el dinero, aceptando su predominio sobre nosotros y nuestras sociedades. De manera que la crisis financiera que atravesamos nos hace olvidar que en su origen hay una profunda crisis antropológica. ¡La negación de la primacía del hombre! Hemos creado nuevos ídolos. La adoración del antiguo becerro de oro (cf. Ex 32, 15-34) ha encontrado una versión nueva y despiadada en el fetichismo del dinero y en la dictadura de la economía sin un rostro y un objetivo verdaderamente humano.
La crisis mundial que afecta a las finanzas y a la economía pone de manifiesto sus desequilibrios y, sobre todo, la grave carencia de su orientación antropológica, que reduce al hombre a una sola de sus necesidades: el consumo. Y peor todavía, hoy se considera al ser humano en sí mismo como un bien de consumo, que se puede usar y luego tirar. Hemos dado inicio a la cultura del “descarte”. Esta deriva se verifica a nivel individual y social. Y, además, se promueve. En este contexto, la solidaridad, que es el tesoro de los pobres, se considera a menudo contraproducente, contraria a la razón financiera y económica. Mientras las ganancias de unos pocos van creciendo exponencialmente, las de la mayoría disminuyen. Este desequilibrio proviene de ideologías que defienden la autonomía absoluta de los mercados y la especulación financiera, negando el derecho de control de los Estados, encargados de velar por el bien común. Se instaura una nueva tiranía invisible, a veces virtual, que impone, de forma unilateral e implacable, sus leyes y sus reglas. Además, la deuda y sus intereses alejan a los Países de las posibilidades reales de su economía y a los ciudadanos de su poder adquisitivo real. A todo ello se añade, una corrupción ramificada y una evasión fiscal egoísta, que han asumido dimensiones mundiales. El afán de poder y de tener no tiene límites.
Tras esta actitud se esconde el rechazo de la ética, el rechazo de Dios. Igual que la solidaridad, también la ética molesta. Se considera contraproducente; demasiado humana, porque relativiza el dinero y el poder; una amenaza, porque condena la manipulación y la degradación de la persona. Porque la ética lleva a Dios, que está fuera de las categorías del mercado. Para los agentes financieros, económicos y políticos, Dios es incontrolable, inmanejable, incluso peligroso, porque llama al hombre a su plena realización y a la independencia de cualquier tipo de esclavitud. La ética -una ética no ideologizada, naturalmente- permite, en mi opinión, crear un equilibrio y un orden social más humano. En este sentido, animo a los expertos financieros y a los gobernantes de sus Países a considerar las palabras de San Juan Crisóstomo: "No compartir con los pobres los propios bienes es robarles y quitarles la vida. No son nuestros los bienes que tenemos, sino suyos" (Homilía sobre Lázaro, 1, 6: PG 48, 992D).
Queridos Embajadores, sería conveniente realizar una reforma financiera que fuera ética y, a su vez, que comportara una reforma económica beneficiosa para todos. Esto requeriría un cambio de actitud enérgico por parte de los dirigentes políticos. Les exhorto a que afronten este reto, con determinación y visión de futuro, teniendo en cuenta, por supuesto,  la especificidad de cada contexto. ¡El dinero debe servir y no gobernar! El Papa ama a todos, ricos y pobres; pero el Papa tiene la obligación, en nombre de Cristo, de recordar que los ricos deben ayudar a los pobres, respetarlos, promocionarlos. El Papa exhorta a la solidaridad desinteresada y a una vuelta de la economía y las finanzas a la ética en favor del hombre.
La Iglesia, por su parte, siempre se esfuerza por el desarrollo integral de las personas. En este sentido, insiste en que el bien común no debe ser un simple añadido, una simple idea secundaria en un programa político. La Iglesia invita a los gobernantes a estar verdaderamente al servicio del bien común de sus pueblos. Exhorta a los poderes financieros a tener en cuenta la ética y la solidaridad. ¿Y por qué no acudir a Dios para que inspire los propios planes? Se formará una nueva mentalidad política y económica que ayudará a transformar la dicotomía absoluta entre la esfera económica y social en una sana convivencia.
Por último, saludo con afecto, a través de ustedes, a los Pastores y a los fieles de las comunidades católicas de sus Países. Les invito a ser testigos valientes y gozosos de la fe y del amor fraterno siguiendo a Cristo. ¡No tengan miedo de contribuir al desarrollo de sus países mediante iniciativas y actitudes inspiradas en las Sagradas Escrituras! Y ahora que comienzan su misión, les expreso, señores Embajadores, mis mejores deseos, asegurándoles la cooperación de la Curia Romana para el cumplimiento de su función. Con este fin, invoco complacido, sobre ustedes, sus familiares y colaboradores, la abundancia de las bendiciones divinas. Gracias.

viernes, 24 de mayo de 2013

Carta a Rouco


El 25 de Abril publicaba  Eclesalia un artículo de Amelia Sánchez un artículo que os ofrezco gracias a que la revista permite que lo haga si, como he hecho, se deja claro su procedencia y autoría. Ni que decir tengo que suscribo la totalidad de lo que se afirma en él. Podíamos ampliar la denuncia de los silencios pero solo le voy a preguntar al señor Rouco cómo es que un hombre tan preocupado por la caridad no ha protestado enérgicamente cuando esta semana se ha sabido que la Consejería de Trabajo   de Madrid, su diócesis, ha dado orden de priorizar en la contratación a los parados que cobran subsidio y no, como se venía haciendo, a aquellos que son de larga duración y no tienen ningún tipo de ayuda o ingresos, ¿Eso es caridad, eso es amor al prójimo? Inmediatamente se viene a la cabeza aquello que se le ocurrió peligroso predicador judío que se invento el cuentecillo del buen samaritano  "Casualmente, bajaba por aquel camino un sacerdote y, al verle, dio un rodeo", que cosas tenía Jesús.

Mitra chupete Siro LópezPERMÍTANOS TRES REFLEXIONES, MONSEÑOR
AMELIA SÁNCHEZ, tonomeli@hotmail.com
VITORIA-GASTEIZ.

ECLESALIA, 25/04/13.- En el preciso momento en que el pasado lunes 15 de abril, el Presidente del Gobierno, obsequiaba al Obispo de Roma con la entrega de la camiseta de la “Roja”, por cierto, será por lo de la “Marca España”; en Madrid, Monseñor Rouco Varela abría la asamblea plenaria de los obispos españoles, mostrando su descontento con el Gobierno, por su supuesta indolencia para resolver las cuestiones del aborto. “No es fácil entender que todavía no se cuente ni siquiera con un anteproyecto de Ley que permita una protección eficaz del derecho a la vida de aquellos seres humanos inocentes… sangrante problema social que está teniendo efectos palpables en la demografía. España envejece y se debilita”.
Del matrimonio entre parejas del mismo sexo, que atañe, dijo: “a la estructuración básica de la vida social. Se trata de proteger adecuadamente un derecho tan básico de los niños como es el de tener una clara relación de filiación con un padre y una madre, o el de ser educados con seguridad jurídica como futuros esposos o esposas. “
De la formación ética y religiosa,” demasiado permeable al relativismo y la ideología de género “.
Permítanos solo tres reflexiones a sus palabras, Monseñor.
En primer lugar, que consideramos que está en su perfecto derecho de hacer tales manifestaciones, a título personal, o en representación de la Conferencia Episcopal si es el caso, y no solo eso, sino que también lo está en pedir al Gobierno, con todos los medios que le otorga el estado de derecho, la plasmación de lo que pide en el papel del B.O.E. ¡Faltaría más! Puede hacerlo al igual que cualquier ciudadano o cualquier otro grupo, puede pedir lo contrario.
Ahora bien, Monseñor, lo que no debe olvidar, es que la modulación de la estructura jurídica del estado de derecho, corresponde en exclusiva al poder civil, mediante las leyes que elabora o convalida el parlamento como expresión de la voluntad general de la ciudadanía, nunca al poder religioso, expresión de una parte de esa ciudadanía. Ya sabe, aquello de “A Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César”.
Por último Monseñor, nos gustaría oírle a Vd., y en general a la jerarquía de la Iglesia Católica (alguna excepción sí que hay), un discurso claro y alto y una denuncia profética ante determinadas actuaciones del poder civil, que entendemos dañan brutalmente, a esos niños, a esas familias y en general a los más desprotegidos de la sociedad.
Pongamos unos ejemplos:
¿Por qué no dijo nada, cuando se les retiró el pasado año “la tarjeta sanitaria”, a los 150.000 sin papeles, o inmigrantes “irregulares”, que quedaron fuera del sistema sanitario común, salvo en determinadas situaciones o urgencia?
¿Por qué no se oye su rotunda voz, ni en general la de la jerarquía, cuando según la última E.P.A., el número de los desempleados bordea los seis millones de personas, de las que más de 2.600.000 no perciben ninguna prestación, y mas de 1.800.000, perciben un subsidio de 426 € mensuales o los 400 € del Plan Prepara?
¿Por qué no hemos oído una sola palabra cuando la reforma laboral de febrero de 2.012, posibilita el despido de trabajadores a través de un E.R.E., sin necesidad de autorización administrativa, conlleva el riesgo de desaparición del convenio colectivo, establece contratos indefinidos con un período de prueba de un año, y su resultado es que ha generado una subida en el número de parados, de 380.000 en un solo año?
¿Dónde está la defensa de los jóvenes, cuando el desempleo entre dicho colectivo supera el 55% de su población y muchos de ellos ya han tenido que emprender el camino de la emigración, a Inglaterra, Alemania, Países Nórdicos, Arabia Saudita, Emiratos árabes…?
¿Y cuando ya, esos hogares, que tienen a todos sus miembros activos en desempleo, son más de 1.750.000? ¿Por qué este sangrante silencio?
¿Y cuando tenemos el 27% de los ciudadanos del estado viviendo por debajo del umbral de la pobreza (menos de 7.300 € año) y también hay silencio…?
Qué poco se dice, por parte de de esa jerarquía eclesiástica, de todos los que han perdido su única vivienda como consecuencia de los desahucios.
Cuando a causa de la crisis el 25% de los niños españoles menores de de 16 años sufre malnutrición y sin embargo se quitan las becas comedor sabiendo que la dieta diaria en la escuela es la única garantía para muchas familias de alimentar de forma equilibrada a sus hijos ¿Tampoco esto merece una palabra de denuncia?
Cuando sabemos que el 30% de de los hijos de familias que subsisten con menos de 640€ al mes no consigue el graduado escolar. ¿Acaso no es tampoco momento adecuado para defender a los niños?
¿Acaso, todas las situaciones relatadas no son un atentado a la familia? ¿O el atentado a la familia, sigue pensando, Monseñor, que está en el matrimonio de personas del mismo sexo?
Ante estas situaciones y tantas otras que se están dando, también, queremos Monseñor, que alce su grave voz y diga de una vez por todas que un sistema económico que pone el beneficio de unos pocos por encima de la dignidad de las personas es inmoral, intrínsicamente malo, e incompatible con la moral cristiana, y que otra economía es posible y hay que emprender ya su búsqueda. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).


jueves, 23 de mayo de 2013

Rouco y la crisis




He  encontrado en Eclesalia una carta dirigida al Arzobispo de Madrid que pienso publicar mañana aprovechando que esta revista expresamente permite hacerlo con la condición de indica  de donde procede. Estoy completamente de acuerdo con el contenido y creo que con la intención del documento.

Me he preocupado de investigar lo que se ha publicado  sobre las declaraciones u orientaciones sobre este tema  del  Arzobispo. Este hombre “de Dios”  no ha dedicado ni veinte minutos a orientar desde la fe  a los cristianos  madrileños y españoles sobre  cómo comportarse como creyentes ante  la terrible situación que estamos padeciendo.  En dos discursos, uno a los obispos de la Conferencia Episcopal y otro de la Asociación Católica de Propagandistas, en ambos, casi de pasada, deja ver su pensamiento sobre este " nimio asunto".

En el primer discurso (Discurso de Rouco a la Conferencia Episcopaldespués de reconocer que la crisis es el factor más preocupante añadió: "No es nuestra misión entrar en el análisis ni en las soluciones  propiamente económicas ni políticas.... Pero sí es nuestro deber de pastores de la Iglesia ayudar al análisis cultural y moral necesario para llegar al fondo de las causas de la situación dificilísima que vivimos. Si no se sigue el camino que hace posible la caridad no será posible la solución de la crisis. Sin la caridad, es decir, sin la generosidad sincera, movida en último término por el amor de Dios y del prójimo, será imposible introducir los cambios necesarios en el estilo de vida y en las costumbres sociales y políticas que han conducido a la crisis y que seguirán amenazantes aún cuando hayan sido solucionados los problemas más graves, Dios quiera pronto"
¡No les he dicho que lo nuestro es la caridad! ¡jod...!

¡Está claro que este hombre tiene una inteligencia privilegiada y hace unos análisis profundos e inspirados en el más intenso sentimiento cristiano! Se sale por la tangente diciendo que su obligación es hacer un "análisis cultural" No se atreve a decir que hace un análisis fuera de la vida por que si hiciera un análisis pegado realidad tendría que aceptar que la economía y la política no se solucionan con la caridad sino con la justicia. La caridad es para él la coartada y además muy apropiado para un clérigo y sobre todo le permite no comprometerse.

Usar vocabulario religioso con apariencia de santidad pero sin comprometerse es un traición al pensamiento y la forma de vida de Jesús. Por eso yo digo que  los que actúa así tienen poco de cristianos, aunque sean obispo. La tenemos cruda si esperamos que nos ayude a vivir según el Evangelio! Por eso no da respuesta a varios colectivos cristianos que le están pidiendo, desde hace años, que ejerza su función profética.  

Según El País, en el  Discurso de Rouco a la Conferencia Episcopal   a la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP), que he citado, su planteamiento es aún más profundo y su consejo más adecuado a la doctrina de Jesús. El País informa que El cardenal Antonio María Rouco cerró el (acto) con esta afirmación: “Las crisis nunca se resuelven contra Dios. Si alguien conoce de alguna crisis de la que se haya salido contra Dios, que lo diga”. ¡Realmente genial! No se dará cuenta  el cardenal que cuando uno se pasa de simple se le ve la patita. ¿Qué patita? La patita de estadista, diplomático, rico y gran señor  que utiliza a Dios como pretexto para no comprometerse y como coartada para afianzarse en su posición de poder. Digámoslo sin ambages está utilizando a Dios para sus propios interese, por supuesto, no religiosos sino políticos.

Hace unos meses dejó ver su patita sin ningún pudor cuando de forma fulminante prohibió la difusión de un comunicado de la HOAC (Hermandad Obrera de Acción Católica) y la JOC (Juventud Obrera Católica) que su misma Delegación de Pastoral del Trabajo había pedido a los párrocos de Madrid leyeran en la misas del domingo.

El manifiesto, muy equilibrado y nada radical, dice quela dignidad del trabajo ha de ser criterio de la economía” (citan a Benedicto XVI y su «Caritas in veritate»); aseguran que la reforma es “otra agresión al trabajo humano como principio de vida” (una idea del Vaticano II), y que se trata de “otra vuelta de tuerca para flexibilizar el mercado de trabajo”, pero “no podemos seguir flexibilizando sin garantizar la seguridad de una vida digna para el trabajador y su familia”. Sencillamente la HOAC y  la JOC  ponen de manifiesto que un “somero análisis es suficiente para constatar que por muchas vueltas que se le dé, la reforma laboral del PP es netamente incompatible con la Doctrina Social de la Iglesia”.

La orden de Rouco prohibiendo la lectura decía que “su diócesis no se identifica con el contenido del comunicado de estas dos organizaciones cristiana”. Como siempre tan escueto y breve. Para entender su pensamiento pongámoslo en lenguaje directo: La diócesis de Rouco  entiende que la reforma laboral defiéndela dignidad del trabajo  como criterio de la economía, defiende el trabajo humano como principio de vida y es perfectamente compatible con la Doctrina Social de Iglesia.
Con permiso de Cortés

Se podría entender que a Rouco no le gustara la forma como se presenta el comunicado y  “pero negar el núcleo de su contenido no es posible salvo que mediase un ejercicio de ceguera voluntaria. Ejercicio que además alimenta la idea adversa de que el episcopado estará a partir un piñón con el PP gobernante en todo lo que haga falta”