Todo el mundo se está preguntando a que viene la renuncia
del papa. La gente sabe que soy un
cristiano crítico con la situación de la Iglesia y quiere saber también la opinión de los que discrepamos con
la doctrina oficial del Vaticano.
De las razones personales y oficiales que le han llevado
a renunciar solo podemos saber lo que él ha manifestado. Benedicto XVI
ha dicho que su
avanzada edad significa que ya no tiene la fuerza mental y física necesaria
para liderar a los más de mil millones de católicos en el mundo. Así se ha
recogido en todos los medios de comunicación que han resaltado la
coherencia de la decisión de Benedicto XVI y su sinceridad al reconocer su
cansancio y marcharse.
Pero en el Vaticano nada es
lo que aparece. Después de unos días desde que anunció su decisión podemos
intuir que la cosa no es tan normal y
sencilla como parecían indicar las palabras del papa.
Con relación a la realidad
de su salud física, la Vanguardia informa que: “Un médico familiarizado con el
equipo médico del Papa ha dicho “que el
pontífice no tiene enfermedades graves o potencialmente mortales…. el Papa
“como muchos hombres de su edad” … está simplemente viejo y cansado”. Claro
estas declaraciones las hizo bajo
anonimato, nadie osará dar una opinión libre en el círculo papal, o mejor,
vaticano.
Si hablamos de salud mental,
todo el mundo coincide en que está perfectamente lúcido y mentalmente ágil. No
creo que nadie ponga en duda que continúa siendo una mente privilegiada y muy
bien entrenada. De hecho ha sido capaz
de escribir libros en los últimos meses y de diseñar su renuncia
minuciosamente, en fechas, secuencias, preparación del lugar donde quiere estar
y lo que desea hacer. De hecho, sus últimas apariciones demuestran más lucidez, memoria y don de la
oratoria que muchos de sus congéneres.
Si analizamos lo más externo
de todas estas cosas que sería, creo yo, el lugar donde piensa fijar su residencia,
vivirá en el único monasterio de monjas de clausura que hay en el Vaticano, que
desde hace meses está deshabitado que se
ha remodelado. Es evidente que se ha
preparado, con tranquilidad, un lugar en
el mismo Vaticano que le va a permitir realizar el deseo que expreso a los
párrocos de Roma: “Estaré siempre cerca de vosotros, pero
permaneceré escondido para el mundo”. Además,
no estará solo, tendrá su propia familia pontificia. Estará acompañado, por lo
menos, de su secretario personal, que es
arzobispo y prefecto de la casa
pontificia, Georg Ganswein y las cuatro laicas consagradas que lo vienen
atendiendo en las dependencias papales.
Yo me hago, inmediatamente la siguientes preguntas: ¿Para qué necesita Ratzinger tanto personal a
su servicio si su intención es dedicarse a la oración, mudo y oculto a los ojos
del mundo? ¿Por qué se queda en Roma, y
además en el Vaticano? No sé si logrará estar mudo y oculto y se dedicará a la oración, pero el lugar no favorece
para conseguir estos objetivos. El Vaticano es el centro de todas las cosas que
pasan en la Iglesia y el lugar donde en menos metros cuadrados se cuecen el
mayor número de intrigas de este mundo. Por allí pasan millones de fieles, clérigos
si número y todos los obispos regularmente. No le va a quedar tranquilidad para
dedicarse a las cosas de Dios con el follón que va a tener a su alrededor. No
existe aislante capaz de conseguirlo.
Tengo que deducir que con
sus palabras el muy metódico e inteligente Ratzinger no decía lo que decía, mandaba un mensaje
cifrado a sus curas, expertos en el diplomático lenguaje vaticano.
Si de verdad cuando sea “expapa” quería estar oculto hay cientos
de maravillosos monasterios, perfectamente situados en deliciosos parajes donde
residir. No le vamos a pedir que se retire
a una cueva como Celestino V. De hecho, yo al menos, no le pido nada, pero me
fastidia un montón encontrarme con este lenguaje cifrado en el momento en que un anciano, que
se proclama agotado, anuncia su retirada. Pues parece que si anda falto de
sinceridad y sobrado de picardía. No sé qué pensará su Padre Dios que ve en lo escondido.
¡Cómo lo voy a saber!
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