Mucha gente se pregunta quién será el nuevo papa. Yo no tengo
ningún interés en saberlo. No voy a apostar por ello. Lo que sí me interesa es reflexionar acerca de cómo debería ser el
nuevo papa. No voy a entrar en cuestiones de fondo sobre la misma realidad del
papado y por qué precisamente tiene que ser e obispo de Roma quien sustente la representación de la Iglesia. Aceptemos
la historia, por cierto muy larga, y me hago
la pregunta: ¿Cómo debería ser el nuevo
papa?
Voy utilizar para esta tarea una lógica de andar por casa que es a la que
puedo llegar, yo no soy un experto. Sí que quiero, en aras de la sinceridad, superar los falsos respetos que todo el mundo se
supone tiene que tener cuando nos referimos a esta importante figura religiosa.
Me gustaría que el nuevo papa fuera:
Una persona normal. Para entendernos, como todo hijo
nacido de mujer. Por lo que se ve en sus apariciones públicas y lo que yo
conozco, ninguno de los cardenales entre
los cuales debería estar el papa, según Benedicto XVI, se puede calificar de
persona normalita, según los estándares del pueblo. Es que se visten de manera
rara, con colorines y túnicas (sotanas)
de la edad media. Se ponen gorros que perpetúan la moda de los faraones.
Hablan, la mayoría, con un tono, una aparatosidad y engolamiento que no se sabe si es por pose,
porque viven en el quinto cielo o porque no se creen ellos mismos lo que están
diciendo y tienen que dar la sensación de una fe muy profunda. Vamos que a ninguno le podríamos llamar el
tío fulano o don Julián.
Una persona creyente en Jesús. El Jesús histórico, el que murió
porque predicó un reino que desconcertó a los líderes religiosos y civiles de
su tiempo. Que siga el ejemplo de Jesús que miraba a la
gente con compasión, ”tuvo compasión, se le conmovieron las entrañas y se
aproximó”, o sea que sea
prójimo para la gente. No he visto a los papas acercarse a la gente. Ni
siquiera la gente se puede acercar a ellos con facilidad. Hay que tener
influencias para que te reciba, considerables influencias. Mucho espectáculo de
masas, muchas audiencias, muchísimo boato, Mucha bendición, ninguna cercanía.
En los acontecimientos papales no se escoge a unos niños de las chabolas para
llevar las ofrendas y ser bendecidos ante la televisión. No parece el padre de
todos, solo de los importantes. ¿Se imaginan a un papa viajar de incógnito a
Uganda, pongamos por ejemplo, a confirmar en la fe, como ellos dicen, a los
misioneros y misioneras de a pie y que
nos enteráramos de la noticia por los video en youtube?
Un cristiano que a
semejanza de Jesús no esté preocupado
por organizar una religión sino preocupado por llamar a todos a acoger al
Dios compasivo de Jesús y a crear una sociedad nueva, mirando hacia los últimos,
a los más necesitados, a los más indefensos y olvidados. En esto el papa
dimisionario no me parece que ha sido un ejemplo a seguir, como prácticamente
la mayoría de los papas al menos, como afirma Hans Küng desde que en el siglo XI una “revolución desde arriba”, la “reforma
gregoriana” iniciada por el papa Gregorio VII, nos legó las tres
características históricas del sistema de Roma: un papado centralista y
absolutista, un clericalismo forzoso y la obligación del celibato para los
sacerdotes y otros clérigos seglares”.
Ha solido proclamar la doctrina general sobre la pobreza
y la injusticia en el mundo. No son las palabras lo que falta los jerarcas de
la iglesia, son los hechos, pues siguen con su parafernalia e instalados en un mundo privilegiado. Cuando nos
dicen que no, que viven pobremente, nos parece de chiste, aunque sea verdad. Y
hay que recordarles aquello que “no somos
como nosotros nos vemos, somos como nos ven los demás”.
Ya sé que la
Iglesia desarrolla una actividad en favor de los pobres superior a cualquier
otra organización que existe. Y que hay cristianos que viven y
mueren en solidaridad con los últimos,
los más necesitados, los más
indefensos y olvidados. Pero el papa, lo que se dice el papa “vive de puta
madre”, entre los ricos, con vestiduras
muy ricas, exclusivas, en unos palacios que compiten y superan a cualquier otro
de los palacios más ricos de la tierra. ¿Cómo le van a creer los hambrientos de
la tierra cuando les manda un saludo por navidad? Mientras no sea patente que
pone todo su empeño en crear una sociedad más saludable, más humana, más
respirable, más llevadera, más justa para los que crean y para los que no crean
en su Dios y eso lo perciba la gente al ver su vida no estamos en la línea de
Jesús, ni siquiera en la de un humanismo verdadero y ético.
Que, como Jesús, coma y
beba con
pecadores y publicanos. Claro que visto
lo visto eso, acaso, sea lo que hace usualmente pues los escándalos del
vaticano llenan las páginas de los periódicos. El cardenal Herranz dice que "en cualquier gobierno hay más zonas oscuras que en el Vaticano" y que " esto ya pasaba en tiempos de San Agustín" así que no pasa nada, la iglesia sigue boyante. No por
casualidad este señor pertenece al Opus Dei, ellos saben mucho de esto. Su argumentación se vuelve claramente en su
contra, un mal endémico no hace buena a la situación. La pena es que este es
uno delos miembros de la comisión anticorrupción
que creó el papa Benedicto para que le evaluaran la situación, si le aconsejó como aquí se
expresa , le habrán dicho: ”no se preocupe Santo Padre esto siempre
ha sido así y no nos ha ido mal”
Los pecadores,
publicanos y prostitutas amigos de Jesús no eran los gestores de las finanzas
del Templo, eran los excluidos de la salvación del pueblo de Israel. Hoy, para
la jerarquía eclesiástica serían los homosexuales, los presos de poca monta,
los teólogos y teólogas separados de la iglesia, las comunidades de base, los
curas rebeldes que se secularizaron, los religiosos pederastas, los comunistas
empedernidos, los ateos, los jóvenes rebeldes…. Demasiados. Para ninguno los
papas al uso han tenido respuesta, siempre preocupados en sus rezos o en
defender la fe. Está claro que la suya, ya que están tan seguros de tener la razón
y defender la verdad. Aunque la frase entera es “defender la verdad de la
iglesia” , nunca dicen la verdad de Jesús, al menos yo no lo he oído.
Cositas concretas que me gustarían hiciera el nuevo papa:
- Dar de baja el Estado Vaticano: Dejar los privilegios que el ser jefe de estado le reporta, etc.etc.
- Entregar todas las inversiones de la iglesia a los pueblos necesitados: Por ejemplo creando fundaciones para el desarrollo de África y otros pueblos pobres, generar una red de microcréditos, etc. Etc
Suprimir de un plumazo el colegio cardenalicio: Estos honorables señores no representan a nadie. No son una institución que represente a los católicos de manera equilibrada, Unas naciones tienen muchos, otras ninguno, los continentes ricos tienen la mayoría asegurada. Etc. Etc.
- Naturalmente mandar a todos los que constituyen la curia vaticana a sus respectivos lugares de origen. Se podía arriesgar a destinarles a obispados vacantes en el tercer mundo, y si no son obispos a parroquias que en estos momentos no tienen curas. Para ello tendría que crear una comisión de liquidación de la curia y encargar esta tarea a una agencia independiente o a un equipo de cristianos, eso sí que sean de todas las tendencias y procedencias.
- Convocar un concilio que transforme la iglesia, la Iglesia de Jesús. Retomando la deriva que inició tímidamente el Concilio Vaticano II y que los dos últimos papas ha conseguido frustrar.
Se podría seguir,
pero dejemos a los futuros padres sinodaleses que lo hagan, claro que es
obligatorio, para que esto se arregle, que haya tantas madres conciliares
como padres.
Y yo me despierto
de esta ensoñación utópica y la publico para que quede constancia de que otra
Iglesia es posible. Aunque no sé cuántos dogmas he infligido y no sé si
me preocupa, pero es que no entiendo cómo hemos llegado aquí desde
donde partimos: un Maestro de Palestina que por
proclamar la llegada del Reino de Dios lo crucificaron.
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