domingo, 3 de marzo de 2013

¿Cómo me gustaría que fuera el nuevo papa? Una ensoñación


Mucha gente se pregunta quién será el nuevo papa. Yo no tengo ningún interés en saberlo. No voy a apostar por ello. Lo que sí me interesa es  reflexionar acerca de cómo debería ser el nuevo papa. No voy a entrar en cuestiones de fondo sobre la misma realidad del papado y por qué precisamente tiene que ser e obispo de Roma quien  sustente la representación de la Iglesia. Aceptemos  la historia, por cierto muy larga, y me hago la pregunta: ¿Cómo debería ser el nuevo papa?

Voy utilizar para esta tarea  una lógica de andar por casa que es a la que puedo llegar, yo no soy un experto. Sí que quiero, en aras de la sinceridad,  superar  los falsos respetos que todo el mundo se supone tiene que tener cuando nos referimos a esta importante figura religiosa.


Me gustaría que el nuevo papa  fuera:  


Una persona normal. Para entendernos, como todo hijo nacido de mujer. Por lo que se ve en sus apariciones públicas y lo que yo conozco, ninguno de los cardenales  entre los cuales debería estar el papa, según Benedicto XVI, se puede calificar de persona normalita, según los estándares del pueblo. Es que se visten de manera rara, con colorines y túnicas (sotanas)  de la edad media. Se ponen gorros que perpetúan la moda de los faraones.  Hablan, la mayoría, con un tono,  una aparatosidad  y engolamiento que no se sabe si es por pose, porque viven en el quinto cielo o porque no se creen ellos mismos lo que están diciendo y tienen que dar la sensación de una fe muy profunda.  Vamos que a ninguno le podríamos llamar el tío fulano o don Julián.


Una persona  creyente en Jesús. El Jesús histórico, el que murió porque predicó un reino que desconcertó a los líderes religiosos y civiles de su tiempo.   Que siga el ejemplo de Jesús que miraba a la gente con compasión,  ”tuvo compasión, se le conmovieron las entrañas y se aproximó”, o sea que  sea prójimo para la gente. No he visto a los papas acercarse a la gente. Ni siquiera la gente se puede acercar a ellos con facilidad. Hay que tener influencias para que te reciba, considerables influencias. Mucho espectáculo de masas, muchas audiencias, muchísimo boato, Mucha bendición, ninguna cercanía. En los acontecimientos papales no se escoge a unos niños de las chabolas para llevar las ofrendas y ser bendecidos ante la televisión. No parece el padre de todos, solo de los importantes. ¿Se imaginan a un papa viajar de incógnito a Uganda, pongamos por ejemplo, a confirmar en la fe, como ellos dicen, a los misioneros y misioneras  de a pie y que nos enteráramos de la noticia por los video en youtube?

Un cristiano que a semejanza de Jesús no esté preocupado por organizar una religión sino preocupado por llamar a todos a acoger al Dios compasivo de Jesús y a crear una sociedad nueva, mirando hacia los últimos, a los más necesitados, a los más indefensos y olvidados. En esto el papa dimisionario no me parece que ha sido un ejemplo a seguir, como prácticamente la mayoría de los papas al menos, como afirma Hans Küng  desde que en el siglo XI  una “revolución desde arriba”, la “reforma gregoriana” iniciada por el papa Gregorio VII, nos legó las tres características históricas del sistema de Roma: un papado centralista y absolutista, un clericalismo forzoso y la obligación del celibato para los sacerdotes y otros clérigos seglares”.
Ha solido  proclamar la doctrina general sobre la pobreza y la injusticia en el mundo. No son las palabras lo que falta los jerarcas de la iglesia, son los hechos, pues siguen con su  parafernalia e  instalados en un mundo privilegiado. Cuando nos dicen que no, que viven pobremente, nos parece de chiste, aunque sea verdad. Y hay que recordarles aquello que “no somos  como nosotros nos vemos, somos como nos ven los demás”.

Ya sé que la Iglesia desarrolla una actividad en favor de los pobres superior a cualquier otra organización que existe. Y que hay cristianos que viven y mueren en solidaridad con los  últimos,  los más necesitados,  los más indefensos y olvidados. Pero el papa, lo que se dice el papa “vive de puta madre”, entre los ricos, con  vestiduras muy ricas, exclusivas, en unos palacios que compiten y superan a cualquier otro de los palacios más ricos de la tierra. ¿Cómo le van a creer los hambrientos de la tierra cuando les manda un saludo por navidad? Mientras no sea patente que pone todo su empeño en crear una sociedad más saludable, más humana, más respirable, más llevadera, más justa para los que crean y para los que no crean en su Dios y eso lo perciba la gente al ver su vida no estamos en la línea de Jesús, ni siquiera en la de un humanismo verdadero y ético.

Que, como Jesús,  coma y beba con pecadores y publicanos. Claro que visto lo visto eso, acaso, sea lo que hace usualmente pues los escándalos del vaticano llenan las páginas de los periódicos. El cardenal Herranz    dice que "en cualquier  gobierno hay más zonas oscuras que en el Vaticano" y que " esto ya pasaba en tiempos de San Agustín" así que no pasa nada, la iglesia sigue boyante. No por casualidad este señor pertenece al Opus Dei, ellos saben mucho de esto.  Su argumentación se vuelve claramente en su contra, un mal endémico no hace buena a la situación. La pena es que este es uno delos miembros  de la comisión anticorrupción que creó el papa Benedicto para que le evaluaran  la situación, si le aconsejó como aquí se expresa , le habrán dicho: ”no se preocupe Santo Padre  esto siempre  ha sido así y no nos ha ido mal”

Los pecadores, publicanos y prostitutas amigos de Jesús no eran los gestores de las finanzas del Templo, eran los excluidos de la salvación del pueblo de Israel. Hoy, para la jerarquía eclesiástica serían los homosexuales, los presos de poca monta, los teólogos y teólogas separados de la iglesia, las comunidades de base, los curas rebeldes que se secularizaron, los religiosos pederastas, los comunistas empedernidos, los ateos, los jóvenes rebeldes…. Demasiados. Para ninguno los papas al uso han tenido respuesta, siempre preocupados en sus rezos o en defender la fe. Está claro que la suya, ya que están tan seguros de tener la razón y defender la verdad. Aunque la frase entera es “defender la verdad de la iglesia” , nunca dicen la verdad de Jesús, al menos yo no lo he oído.




Cositas concretas que me gustarían hiciera el nuevo papa:


  • Dar de baja el Estado Vaticano: Dejar los privilegios que el ser jefe de estado le reporta, etc.etc.
  • Entregar todas las inversiones de la iglesia a los pueblos necesitados: Por ejemplo creando fundaciones para el desarrollo de África y otros pueblos pobres, generar una red de microcréditos, etc. Etc
  • Suprimir de un plumazo el colegio cardenalicio: Estos honorables señores no representan a nadie. No son una institución que represente a los católicos de manera equilibrada, Unas naciones tienen muchos, otras ninguno, los continentes ricos tienen la mayoría asegurada. Etc. Etc. 
  • Naturalmente mandar a todos los que constituyen la curia vaticana a sus respectivos lugares de origen. Se podía arriesgar a destinarles a obispados vacantes en el tercer mundo, y si no son obispos a parroquias que en estos momentos no tienen curas. Para ello tendría que crear una comisión de liquidación de la curia y encargar esta tarea a una agencia independiente o a un equipo de  cristianos, eso sí que sean de todas las tendencias y procedencias.
  • Convocar un concilio que transforme la iglesia, la Iglesia de Jesús. Retomando la deriva que inició tímidamente el Concilio Vaticano II y que los dos últimos papas ha conseguido frustrar.  



Se podría seguir, pero dejemos a los futuros padres sinodaleses que lo hagan, claro que es obligatorio, para que esto se arregle,  que haya tantas madres conciliares como padres.

Y yo me despierto de esta ensoñación utópica y la publico para que quede constancia de que otra Iglesia es posible. Aunque no sé cuántos dogmas he infligido  y no sé si me preocupa, pero es  que no entiendo  cómo hemos llegado aquí desde donde partimos: un Maestro de  Palestina que por proclamar la llegada del Reino de Dios lo crucificaron.





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