No todos dejamos la misma huella.
Ni a todos se nos recuerda de la misma forma. Esta semana han muerto tres
personas famosas, José Luis Sampedro, la Señora Thatcher, the "Iron Lady" y Sara Montiel. Sus entierros han
respondido a lo que fueron sus vidas.
Empezando
por esta última, folclore y oropel, simplemente pose, ninguna sustancia. A la Dama de hierro no la han hecho su
homenaje, pero le preparan una importante despedida en Londres, la capital del liberalismo
económico que nos ha llevado a la ruina en la que estamos. Los mineros
escoceses sí que la han despedido, han
vitoreado su muerte bebiendo champan desbordados por el odio y la venganza.
Triste consuelo, típico de los impotentes, para lo que les hizo sufrir y
padecer. Una dictadora que sólo engendró sufrimiento, tendrá grandes discursos
y honras. Así se pagan los servicios a los gendarmes del capital.
De
la muerte de José Luis Sampedro nos hemos enterado después que, como es
lógico, su familia le despidiera entre el amor de los suyos y la acogida de los
cercanos, a los que realmente les importaba. Un lujo de sepelio. El otro día oí
a alguien decir que “uno piensa como el lugar donde vive” y Don José Luis, que
se definía como el economista de los pobres, ha tenido una despedida como la de
la gente a la que el defendía, en el lugar donde él estaba. El único lugar
verdadero.
Y es
que en este traidor mundo en el que estamos pocas personas son capaces de vivir
y morir en la verdad. La Thatcher parecía una dominadora y resulto ser “un capataz”
servil del capital. La Montiel aparentaba ser una mujer liberada y dueña de sí
misma y solo era fachada y catón piedra, pendiente de una limosna de fama.
José Luis Sampedro sí ha vivido en la verdad. Hoy he oído a no sé quién el
mayor elogio que se puede decir de una persona. “Era un hombre absolutamente ajeno
a la dominación”. El ideal de los grandes maestro de todos los tiempos: vivir
en libertad para decir y para hacer lo uno piensa que debe. Bienaventurados los
pobres porque no necesitan alfombras rojas para entrar en el reino de los
cielos.
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